A los cincuenta años
ya sabes que ningún dios te va a hablar claramente. - Watanabe
The Last Judgment - Hans Memling
Apariciones del ojo del maese Antonio me obligan a volver la cabeza a los todos los caminos que anduve. A todos los lenguajes que experimenté. A revisar todos los vaivenes de los amores, de las iras y los eurekas. Me recorre la fascinación de las acusaciones por dentro. Me abro ante este juicio de la misma manera en que nací, desnuda y sin ambiciones. No encuentro mayor vanidad que ser juzgada por el maese y el canturreo de sus cabellos. Heme aquí culpable de toda angustia y de toda obsenidad. He perseguido el olor de su médula en todos los sueños donde nuestras sombras se han juntado. Y nada ha resultado tan placentero como huir de puntillas de sus juicios y de sus silencios. Este correteo antediluviano nos ata las almas a un alma, a una historia natural y cósmica. Nada puede desatar el hilo de furia que ata nuestra luz. Somos bestias hermosas del universo, somos la belleza del espanto. Mi yo luz, tu yo vasija, mi yo vasija, tu yo luz. Recipientes de energía y sangre. Que el maese presente aquí lo sepa: ningún dios me habló claramente. Soy yo y mis ganas de volvernos universo. Son la furia de sus ojos y sus ganas de silencio y hallazgo. Son todos los juicios que musitó, todas las habladurías y las risas que expulsó su biología a mi alma. Me vuelvo un cuchillo de estrellas, fino finísimo y le reclamo por fin la paz del encuentro. Por fin la paz que lo devuelva al lado mío, para hacer nacer la vida, para hacernos mito.
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